Los
Druidas fueron los sacerdotes de los antiguos celtas. Los celtas eran
individuos que se establecieron en parte de la antigua Galia, de las
islas británicas y de España. Los Druidas fueron tanto hombres como
mujeres (Druidas y Druidesas). Incluyeron a las mujeres en su vida
política y religiosa. Le dieron a la mujer un papel relevante como
sacerdotisa del hogar, jamás conocido hasta entonces, pues se sabía
que el pórtico del Templo había de sustentarse sobre dos columnas,
equiparando su importancia a la del hombre, tanto en los aspectos
materiales como en los religiosos y metafísicos.
Los Druidas cuidaban del culto divino, así fue que desarrollaron un sistema de conocimiento de la personalidad relacionando la posición de las estrellas con la fecha de nacimiento. Además, consideraban a los árboles sagrados porque tenían alma, identidad y conciencia. Conocían a la perfección los secretos de estas criaturas vegetales y se inspiraban en la magia arbolaria estacional para crear un horóscopo que ayudaba al hombre a conocer su carácter. Creían en la trasmigración individual, que significa pasar un alma de un cuerpo a otro. Consideraban sagrados el roble y el muérdago, que cortaban con una hoz de oro, revestidos de blanco y coronados de hojas de roble. Eran maestros en el esoterismo. Sus casas, según algunas tradiciones, eran toscas chozas en forma de colmenas. ¿Qué nombre daban los Druidas al Ser supremo? Pues lo nombraban Esus, o sea el Señor o le designaban por el simple apelativo de Teut (Dios). Su doctrina se apoyaba en esta triple base: un Dios único, la Inmortalidad del alma y la recompensa o el castigo en la otra vida. Estas creencias saludables, tan antiguas como el mundo, fundamentos de la moral humana, fueron adoptadas por los sabios de todos los tiempos.
Tres únicas máximas de gran laconismo componían la catequesis de los druidas: Sirve a Dios, Abstente del mal, Sé valiente. Con la llegada del Cristianismo, los Druidas comenzaron a fundirse con la nueva cultura, algunos se convirtieron, incluso, en sacerdotes de la nueva religión y continuaron existiendo como una clase intelectual de la misma manera, en gran parte, que sus antepasados habían hecho antes durante cientos de años.
Los Druidas cuidaban del culto divino, así fue que desarrollaron un sistema de conocimiento de la personalidad relacionando la posición de las estrellas con la fecha de nacimiento. Además, consideraban a los árboles sagrados porque tenían alma, identidad y conciencia. Conocían a la perfección los secretos de estas criaturas vegetales y se inspiraban en la magia arbolaria estacional para crear un horóscopo que ayudaba al hombre a conocer su carácter. Creían en la trasmigración individual, que significa pasar un alma de un cuerpo a otro. Consideraban sagrados el roble y el muérdago, que cortaban con una hoz de oro, revestidos de blanco y coronados de hojas de roble. Eran maestros en el esoterismo. Sus casas, según algunas tradiciones, eran toscas chozas en forma de colmenas. ¿Qué nombre daban los Druidas al Ser supremo? Pues lo nombraban Esus, o sea el Señor o le designaban por el simple apelativo de Teut (Dios). Su doctrina se apoyaba en esta triple base: un Dios único, la Inmortalidad del alma y la recompensa o el castigo en la otra vida. Estas creencias saludables, tan antiguas como el mundo, fundamentos de la moral humana, fueron adoptadas por los sabios de todos los tiempos.
Tres únicas máximas de gran laconismo componían la catequesis de los druidas: Sirve a Dios, Abstente del mal, Sé valiente. Con la llegada del Cristianismo, los Druidas comenzaron a fundirse con la nueva cultura, algunos se convirtieron, incluso, en sacerdotes de la nueva religión y continuaron existiendo como una clase intelectual de la misma manera, en gran parte, que sus antepasados habían hecho antes durante cientos de años.
Los
druidas se dividían en 5 categorías:
- Vacíos: Se ocupaban de los sacrificios, ofrendas y de interpretar los dogmas de la religión.
- Sarónidos: Instruían a los jóvenes.
- Bardos: Poetas, oradores y músicos.
- Adivinos: Predicción.
- Casuísticos: Jueces.
Las
jerarquías druídicas han sido, sin duda alguna, los cargos más
relevantes de la cultura celta, si no en poder, al menos sí en su
influencia sobre el resto de nuestra población, ya que sus
integrantes de mayor rango (los druidas) además de sacerdotes,
podían actuar como jueces, ocupando con frecuencia el lugar de los
brehones, y sus consejos y dictámenes eran muy apreciados y
respetados por todos los estamentos sociales, incluida la nobleza.
Los
druidas, como sacerdotes y sabios, jugaban un papel fundamental en
todas las comunidades celtas de Irlanda, Britania, Bretaña y las
Galias.
La
mayoría de la información que se dispone sobre los druidas,
proviene de fuentes romanas, ya que los sacerdotes celtas desdeñaban
la escritura y transmitían su enseñanza a través de la palabra,
por tradición oral.
Se
dice que establecieron una teocracia, llegando a manejar en cierto
momento de la historia las decisiones y actitudes de los reyes.
De
acuerdo con el historiador Ronald Hutton,
“podemos saber virtualmente nada con certeza acerca de los antiguos
druidas, así que —aunque sin duda existieron — fungen más o
menos como figuras legendarias”.Sin embargo, las fuentes referidas
por escritores antiguos y medievales, junto a la evidencia
arqueológica, pueden dar una idea de la forma en que desempeñaban
su papel religioso.
Una
de las pocas cuestiones en las que coinciden las fuentes
grecorromanas e irlandesas acerca de los druidas es que éstos
jugaban un papel importante en la sociedad celta. Julio César, en su
descripción sobre la sociedad gala, señalaba que los druidas eran
uno de los dos grupos religiosos más importantes (junto a los
nobles) y eran responsables de organizar el culto, los sacrificios,
la adivinación u oráculo y los procedimientos judiciales.
También
afirmó que estaban exentos del servicio militar y del pago de
impuestos, y tenían el poder para excomulgar a los miembros de la
comunidad de los festivales religiosos, ocasionando con ello la
proscripción. Otros dos escritores clásicos, Diodoro
Sículo y
Estrabón,
afirmaron que los druidas eran tenidos con tal grado de respeto que
podían detener una batalla si se paraban entre dos ejércitos.
Fue
Pomponio
Mela el
primer autor que manifestó que la instrucción de los druidas era
secreta, y era llevada a cabo en las cuevas y los bosques. La
tradición druídica consistía en una gran cantidad de versos que se
aprendían de memoria, y Julio César resaltó que podía tomar más
de veinte años completar la formación. No hay ninguna evidencia
histórica, de la época del auge del druidismo, que sugiera la
profesión druida no fuera reservada para los varones,
aunque
se considera que varias referencias legendarias, como el mito de
Ceridwen
insinúan
la posibilidad de druidas femeninos. Lo que se sabe sobre la
enseñanza a los novicios druidas es pura conjetura: de la literatura
oral, no se conoce con certeza que haya sobrevivido algún verso
antiguo, ni siquiera bajo la forma de traducción. Toda la formación
druida era de carácter oral, aunque César indica
que
los galos, para cuestiones ordinarias, tenían un lenguaje escrito en
el que usaban caracteres griegos. En esto probablemente se basó en
escritores antiguos, ya que en el tiempo de César, los escritos
galos se habían trasladado de la escritura griega a la latina.
Los
escritores grecorromanos hicieron con frecuencia referencia a los
druidas como practicantes de sacrificios humanos,
por lo que los consideraban bárbaros.
Los
reportes acerca de los sacrificios druídicos se encuentran en los
trabajos de Marco Anneo Lucano,
Julio César, Suetonio y
Cicerón. César
señaló que el sacrificio se hacía principalmente con criminales,
pero algunas veces también se utilizaba a inocentes. Éstos eran
quemados vivos dentro de un gran muñeco de madera, ahora conocido
como el hombre de mimbre.
Una descripción diferente, proveniente del manuscrito Commenta
Bernensia,
del siglo X, afirma que los sacrificios para las deidades Teutates, Esus y Taranisse realizaban, respectivamente, a través del ahogamiento, del
ahorcamiento y del fuego.
Durante
la Guerra de las Galias entre
el 58 y el 51 a.C., el ejército romano, dirigido por Julio César,
conquistó la mayoría de los cacicazgos tribales de la Galia, y
fueron anexados como parte del Imperio Romano. De acuerdo con los
registros llevados a cabo en los siglos posteriores, los nuevos
gobernantes de la Galia Romana introdujeron medidas para librar de
druidas a la región. Según Plinio el Viejo, fue el emperador
Tiberio (del año 14 al 37 d.C.) quien introdujo leyes prohibiendo,
no solo a los druidas, sino también a otros adivinos y curanderos,
acción que fue aplaudida por Plinio, creyendo que ello terminaría
lo sacrificios humanos en la Galia.
Una
descripción un tanto diferente sobre los ataques legales de Roma
hacia el druidismo fue hecha por Suetonio, escrita en el segundo
siglo de nuestra era, donde él señala que Augusto,
el primer emperador romano (cuyo mandato fue del 27 a.C. al 14 d.C.),
había decretado que que nadie que fuera druida podría ostentar la
ciudadanía romana, y esto fue seguido de una ley expedida por el
posterior emperador Claudio (del 41 al 54 d.C.) el cual “suprimió
completamente” a los druidas prohibiendo sus prácticas religiosas.
Nuevas
formas de crítica filológica y métodos arqueológicos fueron
desarrollados en el siglo XX, permitiendo una mayor asertividad en el
entendimiento del pasado, varios arqueólogos e historiadores
publicaron libros sobre los druidas y llegaron a sus propias
conclusiones. El arqueólogo Stuart Piggott, autor de Los
druidas
(1968), dio crédito a las fuentes grecorromanas y consideró que los
druidas eran una clase sacerdotal bárbara y salvaje que realizaba
sacrificios humanos.
Este
punto de vista fue ampliamente respaldado por la arqueóloga Anne
Roos, autora de La
pagana Gran Bretaña celta
(1967) y La vida y
muerte de un príncipe druida
(1989), aunque ella creía que los druidas eran esencialmente
sacerdotes tribales, teniendo más en común con los chamanes de
las sociedades tribales que con los filósofos clásicos.
El
punto de vista de Ross fue ampliamente aceptado por otros dos
arqueólogos destacados que escribieron sobre la materia, Miranda
Aldhouse-Green, autora de Los
dioses celtas
(1986) Explorando
el mundo de los druidas
(1997) y Los
druidas de César: historia de un sacerdocio antiguo
(2010) —y Barry Cunliffe, autor de Las
comunidades de la edad de hierro en la Gran Bretaña
(1991) y Los
antiguos celtas
(1997).
Se
tiene evidencia arqueológica de la Europa occidental que ha sido
ampliamente utilizada para respaldar la idea de que los celtas de la
edad de hierro realizaban sacrificios humanos. Se han encontrado
sepulturas masivas en un contexto ritual fechadas en este periodo en
lo que fue la Galia, en Gournay-sur-Arode y Ribermont-sur-Ancre, en
lo que habría sido la región de dominación belga.
El arqueólogo excavador de esos sitios, Jean Louis Brunaux,
interpretó estas sepulturas como áreas de sacrificios humanos
realizados en devoción a algún dios de la guerra,
aunque
este punto de vista fue criticado por el arqueólogo Martin
Brown, quien cree que los cuerpos pudieron ser los de honrosos
guerreros, enterrados en un santuario, en vez de los supuestos
sacrificios.
Varios
historiadores han cuestionado si los escritores clásicos
grecorromanos son atinados en sus afirmaciones. J. Rives comentó que
era “ambiguo” si los druidas habrían realizado esos sacrificios,
ya que los griegos y romanos eran conocidos por proyectar como rasgos
bárbaros lo que ellos veían en los extranjeros incluyendo no sólo
a los druidas sino también a los hebreos y cristianos también,
confirmando así su “superioridad cultural” en sus propias
mentes.
En
una opinión similar Ronald Hutton sintetiza la evidencia declarando
que “las fuentes griegas y romanas del druidismo no son, como las
hemos recibido, de la suficiente calidad para formar una decisión
clara y final de si los sacrificios humanos fueron, de hecho, parte
de su sistema de creencias”. Peter Berresford Ellis,
un nacionalista celta que escribió el libro “Los
Druidas”
(1994), creyó que éstos eran los equivalentes a la casta brahamánica en
la India,
y consideró que las acusaciones de sacrificios humanos permanecían
sin ser probadas,
mientras
que la experta en literatura medieval galesa e irlandesa, Nora
Chadwick, quien pensaba que los druidas eran grandes filósofos,
defendió fervientemente la idea de que no estaban involucrados en
los sacrificios humanos y que dichas acusaciones eran propaganda
imperialista de Roma.
En
la arqueología podemos destacar a la historiadora Jane Webster
declaró “personalidades druidas... son poco probables de ser
identificadas arqueológicamente”, punto de vista que ha secundado
Ronald Hutton, quien declaró que ““ningún artefacto o imagen
desenterrado se ha podido asociar indudablemente con los antiguos
druidas”.
Mientras
que A.P. Fitzpatrick, en el estudio de lo que creía sería el
simbolismo astral de las espadas de la Edad de Hierro, ha expresado
dificultades para relacionar algún material cultural, incluso el
Calendario
de Coligny,
con la cultura druida.
No
obstante, algunos arqueólogos han intentado ligar descubrimientos
fehacientes con registros escritos de los druidas, por ejemplo, la
arqueóloga Anne Ross relacionó lo que ella cree ser la evidencia de
sacrificios humanos en la sociedad pagana celta —como el cuerpo
momificado del hombre
de Lindow—
con los registros grecorromanos de sacrificios humanos oficiados por
los druidas.
En
una excavación en Deal, condado de Kent
(Inglaterra),
fue descubierto el “guerrero de Deal”, un hombre enterrado
alrededor del 200-150 a.C., con una espada y escudo, y llevando
puesta una corona, demasiado delgada para ser un casco. La corona es
de bronce,
tiene una banda ancha alrededor de la cabeza y una delgada franja que
cruza la parte superior de la cabeza. Fue usada sin ningún tipo de
relleno debajo de ella, pues restos de cabello fueron encontrados en
el metal. La forma de la corona es similar a las que fueron vistas en
imágenes de sacerdotes romano-británicos varios siglos después,
dando lugar a especulaciones entre los arqueólogos de que ese hombre
pudo haber sido un druida.
En
la cultura popular de hoy día destacamos:
- Uno de los druidas más conocidos en la cultura popular es Panoramix la creación de René Goscinny y Albert Uderzo,del célebre cómic Astérix. Viste una túnica blanca y porta una hoz de oro. Es, de hecho, gracias a una poción mágica preparada por Panoramix, que los aldeanos de la villa de Astérix poseen una fuerza sobrehumana que les permite resistir a la invasión romana.
- El cómic Sláine, que está basado en la cultura celta, recoge a la figura del druida cómo un sacerdote, así cómo bastantes elementos que tradicionalmente se atribuyen a los druidas, cómo realizar sus cultos en arboledas ó el caldero.
- En el juego Dungeons & Dragons aparece la figura del druida, con funciones semejantes a las de un mago.
- En los videojuegos World of Warcraft, Diablo II: Lord of Destruction, Praetorians y Tibia los druidas son personajes o clases jugables.Aquí os dejo un par de direcciones en las que hay más información y cosas muy curiosas e interesantes acerca de estas personas:
Espero que os haya gustado y Gracias por las visitas.
Hasta la próxima ^^
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