Según Hesíodo, las Erinias son hijas de la sangre derramada por el miembro de Urano sobre Gea cuando su hijo Crono lo castró, siendo por tanto divinidades ctónicas.
Su número suele ser indeterminado, aunque Virgilio, probablemente inspirándose en una fuente alejandrina, nombra tres:
- Alecto (“la implacable”), es la Erinia encargada de castigar los delitos morales (tales como la cólera, la ira, la soberbia, etcétera), sobre todo si son delitos contra los mismos hombres. Su función es muy parecida a la de Némesis, con la diferencia de que esta última castiga los delitos morales contra los dioses.
- Megera (“la celosa”), es una de las tres erinias, diosas infernales del castigo y la venganza divina. Se considera que Megera es la más terrible de las tres Erinias, pues es ella la encargada de castigar todos aquellos delitos que se cometen contra la institución del matrimonio, especialmente los de la infidelidad.
- Tisífone (“la vengadora del asesinato”), que castiga los
delitos de sangre. Era la Erinia encargada de castigar los delitos
cometidos por asesinato: parricidio, fratricidio y homicidio. Un
mito cuenta que Tisífone se enamoró de Citerón, y terminó
provocando su muerte por mordedura de serpiente, concretamente de
una de su cabeza.
Epiménides las hacía hermanas de las Moiras ( ya tratadas en una entrada anterior), hijas de Crono y Eurínome. En la tradición órfica, eran hijas de Hades y Perséfone (esta relación con el mundo infernal aparece también muy claramente en la Ilíada).
Las Erinias son fuerzas primitivas anteriores a los dioses olímpicos, por lo que no se someten a la autoridad de Zeus. Moraban en el Érebo (o en el Tártaro según otras tradiciones), del que sólo volvían a la Tierra para castigar a los criminales vivos; durante su estancia en el inframundo, sometían a los eternamente condenados a torturas sin fin. A pesar de su ascendencia divina, los dioses del Olimpo muestran hacia estos seres una profunda repulsión mezclada con temor reverencial, y no los toleran. Por su parte, los mortales las temen pavorosamente y huyen de ellas.
Son las encargadas de castigar los crímenes durante la vida de sus autores materiales, y no más tarde. No obstante, siendo su campo de acción ilimitado, si el autor del crimen muere lo perseguirán hasta el inframundo. Justas pero sin piedad, ningún rezo ni sacrificio puede conmoverlas ni impedir que lleven a cabo su tarea. Rechazan las circunstancias atenuantes y castigan todas las ofensas contra la sociedad y la naturaleza, como el perjurio, la violación de los ritos de hospitalidad y sobre todo los crímenes o asesinatos contra la familia. En épocas antiguas se creía que los seres humanos no podían ni debían castigar tan horribles crímenes, correspondiendo a las Erinias perseguir al desterrado asesino del fallecido en venganza, hostigándole hasta hacerle enloquecer (de ahí su nombre latino, derivado de «furor» como sinónimo de “locura”). La tortura sólo cesaba si el criminal encontraba a alguien que le purificase de sus crímenes.
La diosa Némesis representa un concepto similar, y su función se solapa con la de las Erinias, con la diferencia de que aquélla castigaba las faltas cometidas contra los dioses. Por su parte, la diosa Niké tenía originalmente un papel parecido, como portadora de una victoria justa. Castigaban el hibris o exceso. Prohibían a los adivinos revelar fielmente el futuro para que este conocimiento no acercara al hombre a los dioses.
Las Erinias solían ser comparadas con las Gorgonas, las Grayas y las Arpías (estas últimas también tratadas en una entrada anterior) debido a su espantosa y oscura apariencia y al poco contacto que mantenían con los dioses olímpicos. Atormentan a los que hacen el mal, persiguiéndolos incansablemente hasta volverlos locos. En un sentido más amplio, la Erinias representan la rectitud de las cosas dentro del orden establecido, protectoras del cosmos frente al caos.
A las Erinias se les sacrificaban ovejas negras y libaciones de νηφάλια nêphalia, mezcla de miel y agua. Hay en la Arcadia un lugar que posee dos santuarios consagrados a las Erinias. En uno de ellos, llevan el nombre de Μανίαι (Maniai, “las que vuelven loco”). Fue en este lugar donde, vestidas de negro, sitiaron a Orestes por primera vez. No lejos de allí, cuenta Pausanias, se encuentra otro santuario donde su culto se asocia al de las Cárites (“diosas del perdón”). En este lugar, vestidas de blanco, purificaron a Orestes y éste tras su curación ofreció un sacrificio expiatorio a las Maniai.
En la cultura contemporánea las podemos observar en la literatura, como por ejemplo:
- También aparecen en la tragedia de Leconte de Lisle, Las Erinias (Les Érinnyes, 1872), con música de acompañamiento compuesta por Massenet.
- En la Electra de Jean Giraudoux son representadas por tres jóvenes muchachas cínicas y malévolas que crecen muy rápidamente (llegando a adultas en pocos días), llamadas las Tres Euménides. Cantan canciones infantiles satíricas sobre los personajes de la obra y persiguen a Orestes hasta hacerle perder la razón.
- La obra de Jean-Paul Sartre, Las moscas (Les Mouches, 1943), usa una reelaboración de la Orestíada (con las moscas del título siendo las Furias) en una perspectiva moderna contra la religión.
- En la historia titulada Las Benévolas,
perteneciente al cómic de Neil Gaiman The Sandman,
Morfeo es perseguido por las Erinias y su reino asolado como castigo
por la muerte de su hijo Orfeo.
"Orestes perseguido por las Furias", cuadro de William-Adolphe Bouguereau (1862) |
Estos seres me recuerdan un poco a los perros del infierno (ya tratado en una entrada anterior) en el modus operandi. Como la mayoría de las criaturas sobrenaturales, sobre todo las relacionadas con dioses de las mitologías, impresionantes. Espero que os haya gustado, hasta la próxima ^^
Muchas Gracias por vuestras visitas
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