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viernes, 15 de marzo de 2013

Los Druidas


Los Druidas fueron los sacerdotes de los antiguos celtas. Los celtas eran individuos que se establecieron en parte de la antigua Galia, de las islas británicas y de España. Los Druidas fueron tanto hombres como mujeres (Druidas y Druidesas). Incluyeron a las mujeres en su vida política y religiosa. Le dieron a la mujer un papel relevante como sacerdotisa del hogar, jamás conocido hasta entonces, pues se sabía que el pórtico del Templo había de sustentarse sobre dos columnas, equiparando su importancia a la del hombre, tanto en los aspectos materiales como en los religiosos y metafísicos.

Los Druidas cuidaban del culto divino, así fue que desarrollaron un sistema de conocimiento de la personalidad relacionando la posición de las estrellas con la fecha de nacimiento. Además, consideraban a los árboles sagrados porque tenían alma, identidad y conciencia. Conocían a la perfección los secretos de estas criaturas vegetales y se inspiraban en la magia arbolaria estacional para crear un horóscopo que ayudaba al hombre a conocer su carácter. Creían en la trasmigración individual, que significa pasar un alma de un cuerpo a otro. Consideraban sagrados el roble y el muérdago, que cortaban con una hoz de oro, revestidos de blanco y coronados de hojas de roble. Eran maestros en el esoterismo. Sus casas, según algunas tradiciones, eran toscas chozas en forma de colmenas. ¿Qué nombre daban los Druidas al Ser supremo? Pues lo nombraban Esus, o sea el Señor o le designaban por el simple apelativo de Teut (Dios). Su doctrina se apoyaba en esta triple base: un Dios único, la Inmortalidad del alma y la recompensa o el castigo en la otra vida. Estas creencias saludables, tan antiguas como el mundo, fundamentos de la moral humana, fueron adoptadas por los sabios de todos los tiempos.

Tres únicas máximas de gran laconismo componían la catequesis de los druidas: Sirve a Dios, Abstente del mal, Sé valiente. Con la llegada del Cristianismo, los Druidas comenzaron a fundirse con la nueva cultura, algunos se convirtieron, incluso, en sacerdotes de la nueva religión y continuaron existiendo como una clase intelectual de la misma manera, en gran parte, que sus antepasados habían hecho antes durante cientos de años.


Los druidas se dividían en 5 categorías:
  • Vacíos: Se ocupaban de los sacrificios, ofrendas y de interpretar los dogmas de la religión.
  • Sarónidos: Instruían a los jóvenes.
  • Bardos: Poetas, oradores y músicos.
  • Adivinos: Predicción.
  • Casuísticos: Jueces.

Las jerarquías druídicas han sido, sin duda alguna, los cargos más relevantes de la cultura celta, si no en poder, al menos sí en su influencia sobre el resto de nuestra población, ya que sus integrantes de mayor rango (los druidas) además de sacerdotes, podían actuar como jueces, ocupando con frecuencia el lugar de los brehones, y sus consejos y dictámenes eran muy apreciados y respetados por todos los estamentos sociales, incluida la nobleza.
Los druidas, como sacerdotes y sabios, jugaban un papel fundamental en todas las comunidades celtas de Irlanda, Britania, Bretaña y las Galias.
La mayoría de la información que se dispone sobre los druidas, proviene de fuentes romanas, ya que los sacerdotes celtas desdeñaban la escritura y transmitían su enseñanza a través de la palabra, por tradición oral.
Se dice que establecieron una teocracia, llegando a manejar en cierto momento de la historia las decisiones y actitudes de los reyes.
De acuerdo con el historiador Ronald Hutton, “podemos saber virtualmente nada con certeza acerca de los antiguos druidas, así que —aunque sin duda existieron — fungen más o menos como figuras legendarias”.Sin embargo, las fuentes referidas por escritores antiguos y medievales, junto a la evidencia arqueológica, pueden dar una idea de la forma en que desempeñaban su papel religioso.
Una de las pocas cuestiones en las que coinciden las fuentes grecorromanas e irlandesas acerca de los druidas es que éstos jugaban un papel importante en la sociedad celta. Julio César, en su descripción sobre la sociedad gala, señalaba que los druidas eran uno de los dos grupos religiosos más importantes (junto a los nobles) y eran responsables de organizar el culto, los sacrificios, la adivinación u oráculo y los procedimientos judiciales. También afirmó que estaban exentos del servicio militar y del pago de impuestos, y tenían el poder para excomulgar a los miembros de la comunidad de los festivales religiosos, ocasionando con ello la proscripción. Otros dos escritores clásicos, Diodoro Sículo y Estrabón, afirmaron que los druidas eran tenidos con tal grado de respeto que podían detener una batalla si se paraban entre dos ejércitos.
Fue Pomponio Mela el primer autor que manifestó que la instrucción de los druidas era secreta, y era llevada a cabo en las cuevas y los bosques. La tradición druídica consistía en una gran cantidad de versos que se aprendían de memoria, y Julio César resaltó que podía tomar más de veinte años completar la formación. No hay ninguna evidencia histórica, de la época del auge del druidismo, que sugiera la profesión druida no fuera reservada para los varones, aunque se considera que varias referencias legendarias, como el mito de Ceridwen insinúan la posibilidad de druidas femeninos. Lo que se sabe sobre la enseñanza a los novicios druidas es pura conjetura: de la literatura oral, no se conoce con certeza que haya sobrevivido algún verso antiguo, ni siquiera bajo la forma de traducción. Toda la formación druida era de carácter oral, aunque César indica que los galos, para cuestiones ordinarias, tenían un lenguaje escrito en el que usaban caracteres griegos. En esto probablemente se basó en escritores antiguos, ya que en el tiempo de César, los escritos galos se habían trasladado de la escritura griega a la latina.


Los escritores grecorromanos hicieron con frecuencia referencia a los druidas como practicantes de sacrificios humanos, por lo que los consideraban bárbaros. Los reportes acerca de los sacrificios druídicos se encuentran en los trabajos de Marco Anneo Lucano, Julio César, Suetonio y Cicerón. César señaló que el sacrificio se hacía principalmente con criminales, pero algunas veces también se utilizaba a inocentes. Éstos eran quemados vivos dentro de un gran muñeco de madera, ahora conocido como el hombre de mimbre. Una descripción diferente, proveniente del manuscrito Commenta Bernensia, del siglo X, afirma que los sacrificios para las deidades Teutates, Esus y Taranisse realizaban, respectivamente, a través del ahogamiento, del ahorcamiento y del fuego.

Durante la Guerra de las Galias entre el 58 y el 51 a.C., el ejército romano, dirigido por Julio César, conquistó la mayoría de los cacicazgos tribales de la Galia, y fueron anexados como parte del Imperio Romano. De acuerdo con los registros llevados a cabo en los siglos posteriores, los nuevos gobernantes de la Galia Romana introdujeron medidas para librar de druidas a la región. Según Plinio el Viejo, fue el emperador Tiberio (del año 14 al 37 d.C.) quien introdujo leyes prohibiendo, no solo a los druidas, sino también a otros adivinos y curanderos, acción que fue aplaudida por Plinio, creyendo que ello terminaría lo sacrificios humanos en la Galia. Una descripción un tanto diferente sobre los ataques legales de Roma hacia el druidismo fue hecha por Suetonio, escrita en el segundo siglo de nuestra era, donde él señala que Augusto, el primer emperador romano (cuyo mandato fue del 27 a.C. al 14 d.C.), había decretado que que nadie que fuera druida podría ostentar la ciudadanía romana, y esto fue seguido de una ley expedida por el posterior emperador Claudio (del 41 al 54 d.C.) el cual “suprimió completamente” a los druidas prohibiendo sus prácticas religiosas.

Nuevas formas de crítica filológica y métodos arqueológicos fueron desarrollados en el siglo XX, permitiendo una mayor asertividad en el entendimiento del pasado, varios arqueólogos e historiadores publicaron libros sobre los druidas y llegaron a sus propias conclusiones. El arqueólogo Stuart Piggott, autor de Los druidas (1968), dio crédito a las fuentes grecorromanas y consideró que los druidas eran una clase sacerdotal bárbara y salvaje que realizaba sacrificios humanos. Este punto de vista fue ampliamente respaldado por la arqueóloga Anne Roos, autora de La pagana Gran Bretaña celta (1967) y La vida y muerte de un príncipe druida (1989), aunque ella creía que los druidas eran esencialmente sacerdotes tribales, teniendo más en común con los chamanes de las sociedades tribales que con los filósofos clásicos. El punto de vista de Ross fue ampliamente aceptado por otros dos arqueólogos destacados que escribieron sobre la materia, Miranda Aldhouse-Green, autora de Los dioses celtas (1986) Explorando el mundo de los druidas (1997) y Los druidas de César: historia de un sacerdocio antiguo (2010) —y Barry Cunliffe, autor de Las comunidades de la edad de hierro en la Gran Bretaña (1991) y Los antiguos celtas (1997).

Se tiene evidencia arqueológica de la Europa occidental que ha sido ampliamente utilizada para respaldar la idea de que los celtas de la edad de hierro realizaban sacrificios humanos. Se han encontrado sepulturas masivas en un contexto ritual fechadas en este periodo en lo que fue la Galia, en Gournay-sur-Arode y Ribermont-sur-Ancre, en lo que habría sido la región de dominación belga. El arqueólogo excavador de esos sitios, Jean Louis Brunaux, interpretó estas sepulturas como áreas de sacrificios humanos realizados en devoción a algún dios de la guerra, aunque este punto de vista fue criticado por el arqueólogo Martin Brown, quien cree que los cuerpos pudieron ser los de honrosos guerreros, enterrados en un santuario, en vez de los supuestos sacrificios. Varios historiadores han cuestionado si los escritores clásicos grecorromanos son atinados en sus afirmaciones. J. Rives comentó que era “ambiguo” si los druidas habrían realizado esos sacrificios, ya que los griegos y romanos eran conocidos por proyectar como rasgos bárbaros lo que ellos veían en los extranjeros incluyendo no sólo a los druidas sino también a los hebreos y cristianos también, confirmando así su “superioridad cultural” en sus propias mentes. En una opinión similar Ronald Hutton sintetiza la evidencia declarando que “las fuentes griegas y romanas del druidismo no son, como las hemos recibido, de la suficiente calidad para formar una decisión clara y final de si los sacrificios humanos fueron, de hecho, parte de su sistema de creencias”. Peter Berresford Ellis, un nacionalista celta que escribió el libro “Los Druidas” (1994), creyó que éstos eran los equivalentes a la casta brahamánica en la India, y consideró que las acusaciones de sacrificios humanos permanecían sin ser probadas, mientras que la experta en literatura medieval galesa e irlandesa, Nora Chadwick, quien pensaba que los druidas eran grandes filósofos, defendió fervientemente la idea de que no estaban involucrados en los sacrificios humanos y que dichas acusaciones eran propaganda imperialista de Roma.

En la arqueología podemos destacar a la historiadora Jane Webster declaró “personalidades druidas... son poco probables de ser identificadas arqueológicamente”, punto de vista que ha secundado Ronald Hutton, quien declaró que ““ningún artefacto o imagen desenterrado se ha podido asociar indudablemente con los antiguos druidas”. Mientras que A.P. Fitzpatrick, en el estudio de lo que creía sería el simbolismo astral de las espadas de la Edad de Hierro, ha expresado dificultades para relacionar algún material cultural, incluso el Calendario de Coligny, con la cultura druida. No obstante, algunos arqueólogos han intentado ligar descubrimientos fehacientes con registros escritos de los druidas, por ejemplo, la arqueóloga Anne Ross relacionó lo que ella cree ser la evidencia de sacrificios humanos en la sociedad pagana celta —como el cuerpo momificado del hombre de Lindow— con los registros grecorromanos de sacrificios humanos oficiados por los druidas.
En una excavación en Deal, condado de Kent (Inglaterra), fue descubierto el “guerrero de Deal”, un hombre enterrado alrededor del 200-150 a.C., con una espada y escudo, y llevando puesta una corona, demasiado delgada para ser un casco. La corona es de bronce, tiene una banda ancha alrededor de la cabeza y una delgada franja que cruza la parte superior de la cabeza. Fue usada sin ningún tipo de relleno debajo de ella, pues restos de cabello fueron encontrados en el metal. La forma de la corona es similar a las que fueron vistas en imágenes de sacerdotes romano-británicos varios siglos después, dando lugar a especulaciones entre los arqueólogos de que ese hombre pudo haber sido un druida.

En la cultura popular de hoy día destacamos:

  • Uno de los druidas más conocidos en la cultura popular es Panoramix la creación de René Goscinny y Albert Uderzo,del célebre cómic Astérix. Viste una túnica blanca y porta una hoz de oro. Es, de hecho, gracias a una poción mágica preparada por Panoramix, que los aldeanos de la villa de Astérix poseen una fuerza sobrehumana que les permite resistir a la invasión romana.
  • El cómic Sláine, que está basado en la cultura celta, recoge a la figura del druida cómo un sacerdote, así cómo bastantes elementos que tradicionalmente se atribuyen a los druidas, cómo realizar sus cultos en arboledas ó el caldero.
  • En el juego Dungeons & Dragons aparece la figura del druida, con funciones semejantes a las de un mago.
  • En los videojuegos World of Warcraft, Diablo II: Lord of Destruction, Praetorians y Tibia los druidas son personajes o clases jugables.


    Aquí os dejo un par de direcciones en las que hay más información y cosas muy curiosas e interesantes acerca de estas personas:







Espero que os haya gustado y Gracias por las visitas.
Hasta la próxima ^^

bye   

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